Fotos

El domingo vi Las buenas hierbas en la Cineteca. Sabía a lo que iba y sin embargo me arrepentí. La película es bellísima. La belleza no es exactamente una virtud en una cinta. Me temo que no elogiaré a nadie. Si acaso al fotógrafo, Gerardo Barroso, pero a quién engaño. No sé nada de cinematografía en realidad. Así que me centraré en el guión. ¿Quién es Dalia? ¿De qué vive? ¿A qué se dedica? Tengo la impresión de que no entendí esa parte, aunque cabe la posibilidad de que nunca quede claro para nadie. Creí entender que la mantenía su padre. A saber. Sospecho que María Novaro no supo contar el dolor. Supongo que no es fácil. La hazaña oscilaría entre Gritos y susurros o algo más modesto, una película mexicana cualquiera donde una mujer esté condenada a muerte. Pienso en La agonía de ser madre, donde Marga López padece un via crucis emocional para no revelarle a su familia la terrible enfermedad que la consume (¿hipertensión?). La cinta es de los años sesenta, pero tampoco logra contar el dolor porque su intención, finalmente, es amonestar a los vástagos para que valoren a sus madres. Vil chantaje, pero Marga se ve preciosa. Ofelia Medina interpreta a la madre enferma de la protagonista en Las buenas hierbas. También se ve linda, pero poco importa cuando la película no logra su cometido original. No transmite el dolor. Quizá el fracaso se debe a un personaje protagónico plano, sin sueños, sin expectativas, atorado en una etapa sorda de su existencia, mera comparsa de la agonía materna. ¿Quién era Dalia?
Dalia no es nadie. Pertenece a una generación vacía, sin ilusiones, sin futuro, pero sospecho que ése no es el propósito del personaje en la película. ¿Qué clase de mujer quiere mostrarse en la figura de Dalia? Una de las primeras escenas me ilusionaba. Dalia declara: "No quiero ser mujer de un solo hombre", pero tal declaración de principios, que daría para toda una película, se reduce a un insulso affaire con un tipejo al que conoce en un cine. Cuando salió Sin dejar huella alguien acusaba a María Novaro de dejar muchos cabos sueltos. El romance entre Dalia y el tipejo es uno más en la lista. Dalia es una mujer libre, eso está claro, pero no aporta nada a la mitología femenina en el cine. Si un cineasta se tarda diez años en concebir una obra fallida como Las buenas hierbas estamos en problemas. ¿Qué quiere contar María Novaro? Los detalles no cuentan; aluden, sugieren, pero no cuentan. ¿Qué le falta a la película? Un golpe. Un golpe dramático que no requiere del estruendo ni de la obviedad, es simplemente un golpe. Dalia es un personaje chato, incapaz de dar ese golpe. Por eso la película no impacta, no impresiona. Tal vez conmueva hasta la médula a personas identificadas con la enfermedad, pero el cine no requiere que sus espectadores padezcan en la realidad lo que los personajes sufren en la ficción. La magia del cine consiste, precisamente, en vincular lo disperso, en transportar a un individuo común al drama de la pantalla. María Novaro no nos lleva de viaje al dolor, nos enseña fotos.

Comentarios

Entradas populares