El templo del saber

La Escuela Primaria "Machtiteopan", ubicada en la avenida Xochitlán, no me acuerdo si norte o sur, me enseñó la nostalgia. En sus muros, manchados con remedos a escala cutre del muralismo mexicano, seguramente contraje esta propensión ingrata a la melancolía. El gran edificio vertical donde cada piso representaba un grado más, quizá otra intolerable influencia capitalista, marcó buena parte de mi infancia y juventud. Nunca fui feliz entre esas cuatro paredes, pero las añoro. En ellas nació mi pasión por la historia de México, por sus símbolos, por el águila, por la serpiente, indirectamente, paralelamente, por el cine, por el melodrama, más bien, por la ficción, por la puesta en escena, qué ha sido México sino una puesta en escena donde por obvias razones Pardavé tiene la misma importancia que Benito Juárez. En la Ciudad Universitaria de México me reencuentro con aquel templo del saber, ampliado, embellecido, elevado al infinito, la Universidad es infinita no por sus haberes o falencias sino por lo que implica, el mismo universo en un sólo lugar, en un punto aparentemente inmóvil pero que se mueve junto con la historia.

Buster Keaton

¿Por qué desapareció el cine mudo? La posibilidad de sincronizar imagen y sonido no me parece suficiente excusa para prescindir de las películas silentes, aunque pensándolo bien, seguramente lo que extraño es la magia, la belleza de lo recién creado, otra nostalgia por el edén irrecuperable. The cameraman no es sino un típico héroe de la comedia silente: torpe, miserable, romántico incurable, estoico en el amor, pícaro en mucho de lo demás, con algo de audacia y mucha temeridad. Siempre he querido ser como Buster o Chaplin, un tonto al que la cinematografía premia por su inocencia, pero como ya no queda nada inocente en mi interior, desde hace mucho tiempo, (otra nostalgia), me conformo con ser "un mosntruo feliz", un idiota en el mundo de los altos coeficientes intelectuales, o mejor, un psicópata anarquista como los que gobiernan el mundo, pero con sentido del humor. Si los Marx gobernaran el planeta, sería un desastre parecido, pero, oh, qué divertido, qué intenso, la sangre nos sabría menos amarga.

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