Literatura comprometida

-¿Y ese milagro?
-Lenia se largó a Acapulco con sus amigas de la prepa.
-¿Con sus amigas?
-No empieces a meter cizaña. Me acabo de enterar.
-O sea, ni siquiera te avisó. ¡Qué buena onda!
-No te confundas, Pereira, Lenia es libre de hacer con su culo un papalote, y yo también.
-No te hagas, Pompis. En el fondo, tu espíritu cursi y romántico espera que la camarada Lenia te jure fidelidad eterna y forme una bonita familia mexicana contigo, pero no creo que ella comparta esa aspiración. No te sorprenda que regresando de Acapulco te cuente que se tiró a su mejor amiga en el Revolcadero.
-Me hablas como si fuera un machito moralista que quisiera encerrarla en el castillo de la pureza.
-Pues así se conduce, señor. ¿Qué quiere que le diga? Soy un mero testigo de sus topes con la hipermodernidad… Ay, ya, yo no sé para qué te azotas. Esa güerita cagaleche no vale ni un latigazo. Eso te pasa por juntarte con lopezobradoristas. ¿No te das cuenta de que sólo te están utilizando?... Claro, a los perredistas coyoacanenses les encanta reclutar resentidos sociales como tú. Mientras ellos viven a toda madre en sus casonas, ustedes se encargan del trabajo sucio.
-Si depusieras un poco la concha, te darías cuenta de que en este país no puede haber más que resentimiento e indignación.
-¡No me digas! ¿Y qué piensas hacer? ¿Volverte guerrillero? ¿O venirte a vivir al Che? Ya te veré mugroseando por esos pasillos de Dios.
-¿Qué no tienes conciencia social? ¡Deja de hacerte el hedonista!
-Yo no reivindico ninguna bandera, no me insultes. Además, yo no soy el que sale con una perredista burguesa que se contradice cada que abre la boca.
-La contradicción está en la naturaleza humana.
-Ay, no mames. ¿Estás hablando en serio?
-Si te crees tan inteligente, ¿por qué te empecinas en conquistar a una ruca de camino al asilo? ¿No puedes ser una persona normal?
-Yo me cojo a quien me da la gana. Me vale madres si te parece o no.
-Eso está claro. Eres un valemadrista que tarde o temprano acabará siendo cómplice del poder con tal de no arriesgar sus privilegios y seguir saciando sus apetitos, sin importar cuán torcidos sean éstos.
-Te repito que me tuerzo a quien se me antoja.
-No se puede discutir contigo.¡ Todo lo tomas a guasa, chinga!
-¿Quién eres tú y qué le hiciste al verdadero Pompis? Te estás convirtiendo en un revolucionario de pacotilla, pero mírate, tomándote una coca cola. Ese brebaje imperial es nocivo para la salud de los rojillos como tú.
-Yo no voy a quedarme cruzado de brazos delegando en otros mis deberes para con la Patria.
-¿A qué clase de cofradía te metiste? Te desconozco. Antes te reías de mis chistes. Ahora discutimos por tus pretensiones de tomar la Bastilla y asaltar el cuartel Moncada al mismo tiempo.
-No simplifiques las cosas, Pereira. Mis preocupaciones son sinceras y aunque no sepa cómo actuar, estoy seguro de que algún día encontraré la manera de hacer algo por mi país.
-¡Bravo! ¡Qué bárbaro! Vas que vuelas para diputado.
-¡Cállate, no quiero seguir hablando contigo!
-¡Espérate! ¿A dónde vas que más valgas? ¡Intolerante! ¡Asalariado! ¡Reaccionario!


Comentarios

Entradas populares