VI

EXTERIOR. ISLAS DE CIUDAD UNIVERSITARIA. NOCHE

Santiago Vasconcelos, un hombre joven, moreno y delgado, de rasgos tiernos, pero enérgicos, y estatura más o menos superior a la media mexicana, acaricia el pecho redondo de su novia, Artemisa, una mujer gorda, porcina, rosada, de entre veinticuatro y veinticinco años, vestida con una túnica negra de filones dorados y huaraches chiapanecos adquiridos en un tianguis zapatista durante "La Otra Campaña" en 2006. El cabello de Artemisa, arreglado a la manera de la Princesa Lea en La Guerra de las Galaxias no es suficiente motivo de irrisión para su pobre víctima, que se recuesta enternecido, excitado, entre el regazo de la hetaira porcina. Insisto, porcina. La luz proveniente de una de esas esferas luminosas caídas en las islas durante un encuentro cercano entre miembros del CGH y los amigos interplanetarios de Jaime Maussán en 1999, que ha iluminado toda la escena desde el principio, se centra, a partir de este momento, únicamente en el rostro, porcino, de la señorita Artemisa Malo. Por supuesto que nunca se maquilla porque su natural belleza le basta para secuestrar a cualquier baboso entre sus carnes porcinas. Sí, porcinas. Es una cerda, una cerda parada, aunque en la escena debe estar recostada como en un diván de hierbas, antes de proferir su parlamento.
ARTEMISA: ¡Amo las noches a tu lado, Santiago! Son más de lo que mi cuerpo enamorado merece recibir de ti. Eres el único hombre del mundo. Nunca dejaré que te vayas de mí. ¡Nunca!
Artemisa, en un arrebato de pasión zapatista, le planta un terrible beso, terrible, a la boca del pobre Santiago, quien, sorprendido por el embate, sólo atina a responder con leves muecas de asfixia por gases tóxicos: el aliento de la gorda marquista.
SANTIAGO: ¿Cómo puedes decir eso? ¡Soy yo quien no se merece que tanta belleza le sea encomendada para cuidarla y respetarla todos los días de la vida! Eres el templo de mis ilusiones. Sólo en ti confío y sólo a ti te deseo. Eres la única mujer. La dueña de mi voluntad... Sólo tengo una cosa más que decirte. ¡Te amo, musa encantadora!
El motor de un bochito comienza a zumbar mientras contemplamos, sí, contemplamos, otro beso de los amantes. Paneo hacia una de las patrullas de Auxilio UNAM que se pasea por las praderas universitarias en busca de una pareja ingenua a la cual extorsionar. Paneo de regreso hacia los extraños amantes que sonríen mientras Artemisa se levanta de la hierba para ayudar a su amado a ponerse en pie. Una vez erguidos, se funden en un abrazo amoroso mientras la cámra hace un zoom out para capturar en gran formato la postal de sus siluetas junto a un árbol en cuyo fondo se deja ver la Torre de Rectoría. El amor tambien fuma mariguana y bebe alcohol.

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