II
He estado buscando un par de libros en los tiraderos. Se trata de libros sobre la historia de las telenovelas. La disciplina intelectual que me han inculcado mis maestros me obliga a rastrear los antecedentes de mi tema de investigación en las alcantarillas editoriales más inmundas de la ciudad. He fracasado hasta ahora pero no pierdo las esperanzas de encontrarlos en la biblioteca de alguna loca enferma de sida que remate sus existencias a cambio de retrovirales. No creas que se trata de esos libros salvajes a los que se refiere Villoro, que se ocultan de un lector que no los merece. Son ellos quienes no me merecen a mí. Un lector de mi categoría sólo se rebajaría hasta la abyección intelectual de la prosa periodística con un propósito ulterior. No voy a revelarte de golpe y porrazo los planes que tengo para el futuro. ¡Aguántate y no comas ansias que Roma no se construyó en un día! Sólo puedo adelantarte que Maravilla ha conseguido una cita con el productor Salvador Mejía. ¿Qué quién es? ¡Cómo es posible que no lo sepas! Es uno de los productores ejecutivos más importantes de Televisa. Sí, Maravilla sigue empeñada en meterse a la mafia de los melodramas seriados. Sigue asombrada desde que descubrió que soy un experto en la materia. No voy a sacarla de su error por nada del mundo. Quiero un cheque con membrete de Televisa desde la infancia. Siempre supuse que algún día sería tan poderoso como Luis de Llano Macedo. Todo parecía indicar que la vida me llevaba por otros caminos, pero desde que regresé de Barcelona mi suerte empezó a cambiar. La oportunidad de escribir telenovelas está a la vuelta de la esquina. No pienso desaprovecharla.
La inminencia del oficio más antiguo del mundo en mi literatura me ha orillado a endulzarlo con pretensiones intelectuales que en mi caso están más que justificadas. Una naturaleza como la mía no puede pasarse más de dos días sin tramar una obra maestra, sin concebir una ruta insospechada. No sólo escribiré telenovelas para Televisa, con lo cual me ganaré el aplauso y la admiración de la masa consumidora de todo el orbe, sino que además, les restregaré en las narices a los comunicadores y a los sociológos una historia de las telenovelas, es decir, una historia del siglo viente mexicano, que ni en el Colegio de México se plantearían jamás. No sólo eso. El libro será un best seller. Una historia del siglo viente mexicano se convertirá en el libro más vendido del 2016 por obra y gracia de la televisión nacional. No te apresures a compararme con Carlos Monsiváis. Yo no me acerco con curiosidad al estiércol de la patria. Yo nací en esa mierda y la he trascendido. Puedes tildarme de lo que gustes, menos de no ser un genio. Sabes, has intuido desde siempre la pulsión creadora que corre por mis venas. No he venido al mundo para ser uno más. Menos en México. Quizá este país nació para venerarme. Quién puede saberlo.
Echando raíces en la investigación me he encontrado con una mujer fantástica. Las escritoras de telenovelas ejercen sobre mí una poderosa fascinación que no puede romper ningún snobismo de facultad, ninguna tara de instituto. Son escritoras del más genuino cuño. Han hecho más por la literatura que toda la generación del Crack y sus rémoras. Han vivido de la prostitución literaria pero no de la beneficencia gubernamental. Son, finalmente, mujeres. Y en este país la que no es puta no come. No, querido mío, la prostitución no es abrirse de patas ante un hombre solamente. La prostitución implica abrirse de patas ante la humanidad entera. Vivir es ultrajarse a sí mismo. Caridad Bravo Adams, Yolanda Vargas Dulché, Mimí Bechelani y las otras, ese largo y retorcido etcétera, supieron crear arquetipos, aprendieron rápido el oficio de sus patrones, saquearon la literatura universal toda para educar sentimentalmente a una nación. Sus precursores no fueron necesariamente más éticos, aunque sí más discretos.
Teresa es un personaje que me fascina desde que escuché a Alfredo Gudinni, ¿lo recuerdas?, proferir su admiración a los cuatro vientos por la interpretación de Maricruz Olivier en esa película. Además, le cupo el privilegio, entre otras cosas, de disfrutar de la versión original de la telenovela Colgate - Palmolive, en vivo y en blanco y negro. Una versión que literalmente se esfumó en el viento, se convirtió en smog. Teresa es un vals. Teresa son unas cejas arqueadas y uno ojos amenzantes. No seré yo quien venga a hacer comparaciones entre Angelique Boyer y una diosa como Maricruz. No es mi papel. Para eso están las lavanderas. Sólo te he escrito este mail para decirte que he descubierto un documento fundamental para la comprensión de esta telenovela. Mi búsqueda, después de todo, no ha sido en vano. Esos libelos ilegibles siguen sin aparecer por ningún lado, pero, a cambio, la biografía de una de esas mujeres prodigiosas ha caído en mis manos de manera por demás misteriosa. Todo parece indicar que Mimí Bechelani, desde el más allá, quiere que ponga manos a la obra y que empiece, por alguna razón, seguramente de ego profesional, por ella.

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