Maravilla Rivas Cacho
Una de la tarde con cuarenta y cinco
minutos: Maravilla Rivas Cacho acostumbra llegar un poco retrasada a su clase
de las doce. Las sesiones con su analista la dejan muerta y, en las madrugadas,
la ansiedad la saca de la cama para abandonarla en la lectura hasta que Dios
amanece y su marido le repite: Maravilla, vete a acostar. Como siempre, soy el
único imbécil que se quedó a esperarla.
Todavía recuerdo con orgullo la tarde en que llegó al cinco para las dos
y me encontró apostado estoicamente en mi pupitre: el pasillo central de la
Facultad de Filosofía y Letras se encontraba totalmente abarrotado, caminábamos
a vuelta de rueda mandando besos y fingiendo sonrisas para los conocidos a los
que no nos daba gusto volver a ver. De entre la masa informe de rostros desconocidos
o irritantes, sólo uno tenía la capacidad de amargarle la semana entera a
Maravilla.
El odio entre el
doctor Morelos y Maravilla se remonta a los tiempos de una conferencia en la Feria del Libro
de Minería donde sus contertulios la tildaron de reaccionaria frente a las
cámaras. Maravilla, tan de izquierda, tan progresista ella, no pudo quedarse
callada y arremetió contra la vida sexual de los famosos marxistas, postrándolos
un par de largas horas en el baño de palacio. El doctor Morelos había asistido
a la conferencia casi por casualidad, atraído por las piernas de una de las
ponentes.
-Qué me cuentas de tu
hermana Marcelina, ¿cómo está? ¿Sigue casada?... No es que me importe mucho,
pero como hace tanto tiempo que no sé nada de ustedes…
-Ella está bien, dentro
de lo que cabe. Por supuesto que sigue casada, pero su matrimonio cada día va
de mal en peor. Es muy posible que en cualquier momento le meta una demanda de
divorcio a ese desgraciado... Vas a decir que estoy un poco loca, pero yo también
me voy a casar.
-¿Con el mismo
desgraciado que tu hermana?
-No, con otro.
Trabaja en la embajada norteamericana.
-¡Diplomático! ¡Estupendo!
-Sí, es posible que
nos casemos el próximo año. Tenemos planes de irnos a vivir a Nueva York.
-¿No sería posible
que me llevaran a vivir con ustedes? No les daría molestias.
-Mi novio espera que
lo comisionen en el consulado. Si no se hiciera eso, entonces nos iríamos a
vivir a Washington. En la embajada mexicana casi tiene el puesto asegurado. Se
lo pelean. ¡Es tan brillante!
-Me lo imagino. Brillante,
joven, bien relacionado. Todo lo que una mujer como tú se merece.
-Muchos dirían que
era Marcelina quien se merecía un hombre así.
-Ya ves. Ella no
quiso casarse conmigo. Me cambió por una estrella del cine mexicano.
-Te juro que nadie
entendió esa decisión. ¡Se llevaban ustedes tan bien! Algo debes haberle hecho
para que cambiara de opinión en esa forma; porque además todo fue tan rápido,
tan vertiginoso. Un día dijo que ya no andaba contigo y a los dos meses ya se
había casado con… la estrella, como tú le dices.
-¿Me crees capaz de
alguna monstruosidad?
-Morelos, seamos
honestos, todo el mundo sabe que eres un monstruo.
Me costaba trabajo
creer esa versión de los acontecimientos. Morelos no era la clase de persona a
quien podías insultar cara a cara. Ni siquiera en son de broma. Escéptico,
levanté el brazo para pedir la cuenta. Maravilla me había invitado a comer como premio a mi paciencia de hagiografía. Según sus propias palabras, no
solía revelar intimidades en público, pero el desafortunado encuentro con su
némesis abrió nuevamente las cicatrices de una vieja historia de amor. Para ser
sincero, ya estaba harto de convertirme en oreja para las cuitas amorosas, pero
la más elemental cortesía no me dejaba más remedio que escuchar.
-No le vayas a decir
a nadie, pero desde ese momento me di cuenta de que Morelos quería algo
conmigo. La manera en que me miraba… no sé… De otro modo no hubiera tolerado
que le llamara monstruo. Después me lo reprochó. “No soy ningún monstruo”, me
dijo. Todavía no me explico cómo fue que me enredé con él. Tú lo conoces. Es amargo,
aburrido, pedante. Lo que más me duele es no haberme dado cuenta de su maquiavélico
plan.
Maravilla se
convirtió entonces en un bombardero de recuerdos: sobreviví a las primeras
semanas de su relación, cuando Morelos todavía disimulaba sus verdaderas
intenciones; según ella, el doctor había diseñado toda una estrategia militar
para lograr la capitulación del enemigo, pero Maravilla nunca pudo darse cuenta
de que ella no era el blanco de los torpedos. Siempre naif, se sintió halagada con la sola idea de erigirse en
quintaesencia de la mujer fatal: sus encantos eran tales que hasta un
catedrático de la universidad, para colmo ex novio de su hermana, había caído
rendido a sus plantas desde la primera cita. Sin duda, Morelos se dejó llevar
por sus impulsos cuando decidió conquistar a Maravilla, pero flirtear con la
novelista no significaba para nada algo parecido a un sacrificio. Maravilla es
una belleza criolla, algo escurrida para mi gusto, pero con unas piernas
marmóreas que debieron noquear la conciencia del maestro. Si a veinticinco años
de lo ocurrido la maestra sigue despertando la libido de algunos incautos como
yo, no me puedo imaginar la revolución hormonal acaecida en el vientre del
doctor Morelos.
Maravilla se fue de
la lengua bien y bonito durante nuestro coloquio. Nunca me hubiera imaginado
penetrar tan a fondo en el acervo sentimental de un maestro. Quizá la verborrea
de Maravilla no fuera de mi incumbencia, pero sus piernas lo eran sin duda
alguna. Maravilla Rivas Cacho se parecía demasiado a las mujeres que habitaban
mis sueños de alcoba, pero yo no podía romper la cuarta pared del aula
universitaria: nuestra tarde de juerga no implicaba ni mucho menos una
invitación para romperla; si acaso, apenas un presagio, un ligero asomo de las
pasiones a las que se podía entregar una mujer cuando una prohibición estaba de
por medio. Maravilla tenía vedado el corazón de Morelos por el simple hecho de
que le había pertenecido a su hermana, pero el amor es un engendro desobediente
que siempre mete las manos donde no se debe.
¿Habrá una continuación? ¿Existe alguna posibilidad de saber algo más de Maravilla?
ResponderEliminarHola
EliminarDe hecho sí, es una novela, así que es posible saber mucho más de lo conveniente acerca de Maravilla. También es posible que le cambie el nombre. Te invito a que esperes nuevos capítulos.
Muchas gracias por comentar.
Saludos