Brutality

He estado pensando que en el destino de todo hombre aparece un punto de inflexión, una zona indeterminada en donde los senderos se bifurcan. Las alternativas son tantas que el mundo parece no tener fin. Se antoja tan infinito como el universo.  De pronto me encuentro así, atrapado en los recuerdos de un amor desgraciado, y me pregunto: acaso habría vendido mi alma por consumar ese amor. Parecía un amor infinito, que no podía terminar porque nunca había comenzado. Todo el tiempo estaba a punto de nacer, pero agonizaba sin morir del todo. Era eso lo que me inquietaba. ¿Vendería mi alma por un amor?
-Yo no tengo alma.
-Eso es ridículo. Todos tenemos alma.
-Yo no.
-Por qué estás tan seguro.
-Nunca la he visto. No la siento. No es algo que me duela.
-Eso no significa que no la tengas.
-Si no la siento, no existe. Es así de simple.
-No es tan simple. Es  como el software del cuerpo humano.
-¿Estás hablando en serio?
-Sí, por ejemplo, yo tengo un software libre.
-Nunca había oído semejante sandez.
-¡Tú has de pensar en la puta inmortalidad del cangrejo!
-¡No tenemos software! ¡No somos una puta máquina!
-Es sólo una metáfora.
-No me gustan las metáforas.
-¿Por qué?
-Porque mienten.
-Todo el mundo miente, ¿por qué no habrían de hacerlo las metáforas?
-Porque no son humanas.
-Las metáforas son humanas. Son más humanas que tú.
-Eso no tiene sentido. En qué maldita parte de la historia las metáforas son humanas.
-Son humanas porque son un producto humano. Son una secreción intelectual.
-Las únicas secreciones que reconozco son las de mis agujeros corporales.
-El cerebro está lleno de agujeros que secretan cosas, entre ellas metáforas...
-¡Qué no! Estás enfermo de literatura.
-Claro que no. Soy solo un televidente. Hace meses que no leo un libro.
-Entonces de dónde sacas tantas mamadas
-Obvio de la tele....
-Pues yo no secreto nada, ni metáforas ni nada...
-Y tampoco tienes alma.
-Tal vez no tengo ni cerebro. Empiezo a sospecharlo.
-Eso nunca ha estado en tela de juicio.
-... Sabes... Creo que no... Si tuviera alma, no se la vendería al diablo.
-Cómo puedes estar tan seguro. Es una tentación muy poderosa.
-Para mí no. Ya no tengo deseos. Puedo vivir sin desear... En cambio, mírate. Presa de tus deseos. Esclavo de tus urgencias hormonales. Siervo humilde y callado de tus más bajas pasiones...
-El celibato obligado te ha convertido en un estúpido sacerdote católico. Me das asco.
-Tú eres el imbécil que me viene a hablar de almas y la mamada...
-Sólo quería desatar una polémica.
-Ah, ¿quieres que nos batamos en un duelo de argumentos?
-Exacto.
-¿Por qué no te vas a tu casa y te masturbas hasta morir?
-¿Qué te cuesta debatir conmigo?
-No me gustan los debates.
-¿Por qué no?
-Porque nunca se llega a nada...
-No se trata de llegar a nada, se trata de pensar.
-Eso es tan pretencioso de tu parte.
-¿Insinúas que tengo dos dedos de frente?
-Me remito a los hechos.
-Pues aunque no lo creas, en los últimos minutos hemos estado debatiendo. Así que, ¿quién es el tarado ahora?
-No hemos debatido absolutamente nada.
-Claro que sí. Debatimos sobre si tienes alma, y sobre si las metáforas son humanas.
-Esa no es mi idea del debate.
-¿Cuál es tu idea del debate? ¿Peña Nieto contra López Obrador?
-Algo peor. Debe haber sangre. Debe ser sanguinario y cruel como el Mortal Kombat. Un buen argumento debe ser como un brutality: seco, contundente, sin esperanzas para el contrincante.
-¿Really? ¿Mortal Kombat?
-El Mortal Kombat es como la vida.
-Creo que me iré a mi casa a masturbarme...
-Estoy hablando en serio.
-Yo también.
-Piénsalo por un momento.
-La pregunta sigue siendo ¿le venderías tu alma al diablo?
-Creo que no.
-Por qué
-Porque no me pertenece.
-Eso es catolicismo. ¡Muérete!
-No, no le pertenece a Dios.
-Piensa muy bien lo que vas a decir a continuación. Mira que estoy dispuesto a agredirte.
-Si te crees tan listo, entonces responde tú. ¿Le venderías tu alma al diablo?
-Claro que no.
-Por qué
-Porque no se la merece.
-Por qué no
-Porque fue débil. Se dejó vencer por los angelitos.
-Tal vez los angelitos conspiraron en su contra.
-No son tan listos.
-No los subestimes.
-En todo caso fue débil. Permitió que el mundo fuera una casa dividida. Prefirió construirse un reino, en vez de quedarse a debatir.
-Entonces, ¿se la venderías a Dios?
-No la vendería. Punto. Se la regalaría a alguien.
-¿A quién?
-A cualquiera. Al primero que pase por la calle.
-¿Por qué harías tal cosa?
-Porque no me sirve para nada.

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