Gran Torino: el destino del héroe

Incurriré en un sacrilegio para los cervantistas. Lo celebro. La gran puesta al día del espíritu romántico de Don Quijote no proviene de la maltratada lengua española, ni siquiera de la literatura, proviene de la meca del cine imperial, proviene de Gran Torino, la película filmada por Clint Eastwood en 2008.

Walt Kowalski, el protagonista, no es un loco enamorado de los caballeros andantes, es un veterano de guerra enfermo de xenofobia, particularmente agresiva si de asiáticos se trata. Más allá de compartir esa sana aversión a la piel amarilla, la película se centra en las conflictivas relaciones del protagonista con una comunidad hmong en el estado de Michigan. La discordia étnica se ve superada por la discordia humana: los vecinos de Kowalski padecen el acoso de una pandilla de terroristas a pequeña escala, miembros de la misma comunidad hmong. Contra todos los pronósticos, Kowalski decide salir a desfacer entuertos con las consecuencias habituales del caso.

El temperamento romántico del héroe radica en su entrega a una causa perdida. Kowalski se arma caballero en aras de la más elemental indignación. Ante las constantes tropelías cometidas por la pandilla contra sus nuevos amigos, el caballero amargo responde como le dictan sus maltratadas vísceras.

La década cinematográfica pasada nos legó una larga cadena de películas donde los héroes no tienen cabida. El realismo contemporáneo ha llevado a los guionistas a prescindir del héroe para explorar las entrañas de lo humano. Kowalski no podría ser un héroe bajo ninguna circunstancia, pero comete pequeños "pecados" dignos de heroísmo ante la indignación. Kowalski no puede tolerar la injusticia pero tampoco puede permitirse la ingenuidad de ir a la estación de policía con pancartas para exigirle a la autoridad que cumpla con su deber. El viejo tiene esa rasgo de locura propio de los héroes, pero nunca abandona su condición humana, la vulnerabilidad propia de su edad. Kowalski no sólo es biológicamente viejo, representa él mismo valores anticuados en un mundo armado hasta los dientes con calibres de alto poder. Mientras los jóvenes se juntan para imponer su ley a sangre y fuego, el viejo solitario se arroja de bruces contra los molinos de viento.

A diferencia del orate que sale a castigar la injusticia como parte de sus obligaciones caballerescas, Kowalski se rebela por una estricta necesidad fisiológica. No puede sentarse a ver el mundo sin maldecir, se niega a convertirse en un zombie. Alonso Quijano tiene que disfrazarse para sobrevivir en el mundo, pero su iniciativa se convierte en un previsible fracaso. El siglo se burla impunemente de sus modales obsoletos. Kowalski también es víctima del escarnio, pero en este caso no se trata de un escarnio hilarante, sino de un escarnio literal en donde el protagonista debe dejar la piel. El destino de Kowalski es uno de los destinos posibles del héroe : la muerte o el desprecio de la masa que alguna vez te aclamó.


Comentarios

  1. Mira http://www.playboy.com.mx/component/content/article/45-lifestyle/771-primer-concurso-de-novela-latinoamericana deberías entrar, tus escritos tienen el punch!!!

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