Pedro Sarmiento, el verdadero

"¡Qué equivocado estaba mi padre cuando me predicaba que aprendiera oficio o me dedicara a trabajar en algo útil para subsistir, porque el que no trabajaba no comía! Eso sería en su tiempo, allá en tiempo del rey Perico; cuando se usaba que todo el mundo trabajara y los hombres se avergonzaban de ser inútiles y flojos; cuando no sólo los ricos sino hasta los reyes y sus mujeres hacían gala de trabajar algunas ocasiones con sus manos, y, finalmente, cuando los hombres usaban gregüescos y empeñaban un bigote en cualquier suma. ¡Edad de fierro! ¡Siglo de oscuridad y torpeza!
¡Gracias a Dios que a ella se siguió la edad de oro y el siglo ilustrado en que vivimos, en el que no se confunde el noble con el plebeyo, ni el rico con el pobre! Quédense para los últimos los trabajos, las artes, las ciencias, la agricultura y la miseria, que nosotros bastante honramos las ciudades con nuestros coches, galas y libreas." Amén.
(José Joaquín Fernández de Lizardi, El Periquillo Sarniento, III, capítulo VI, México: Porrúa, 2007, Sepan cuantos, 1, p. 534.)

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